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7. Rojo


Después de asomarse por la ventana, ella atravesó la estancia y salió corriendo hacia la calle. Escuché un disparo y fue entonces cuando me levanté para ver qué era lo que estaba sucediendo. Yo también salí de la casa y vi a mi compañera tirada sobre el pavimento. Una gigantesca criatura con forma humana lanzó un triste aullido cuando se dio cuenta de que mi amiga estaba muriendo. Partió en dos a un soldado (creo que fue él quien disparó) y no pude evitar gritar cuando la criatura corrió hacia la moribunda, la sostuvo entre sus brazos, abrió la boca y comenzó a morderle la cabeza.

Quise salir corriendo pero el miedo me lo impidió. Me quedé para observar la escena: la criatura continuaba masticando la cabeza. Sus movimientos eran lentos y parecía que estaba saboreando.  El monstruo levantó la mirada, me observó por un momento y apartó su boca para liberar a la sangrienta cabeza.

—Vivirá —susurró él con lentitud mientras dejaba caer el cuerpo sobre el asfalto.

Lo que sucedió después fue aterrador: mi amiga se retorció, apoyó las manos en el suelo e intentaba levantarse. Su deforme cabeza rodó sobre el suelo y aún así su cuerpo no dejaba de moverse. Se levantó y fue horrible verla caminar sin cabeza.

La criatura semihumana estiró su enorme brazo para detenerla y con una garra le arrancó la ropa. La piel desnuda tenía un tono rojizo, pero lo que llamó mi atención fue el hombro derecho: tenía una horrible herida. El monstruo la sostuvo en brazos y comenzó a lamerle el hombro. De inmediato, el cuerpo decapitado empezó a convulsionarse con violencia y a tornarse aún más rojo y, cuando creí que esto no iba a empeorar, una especie de líquido brotó del cuello y de la herida del hombro para derramarse sobre al suelo. El primer monstruo no parecía sorprendido de lo ocurrido; yo, por el contrario, sentía que iba a desmayarme.

No entendí por qué el cuerpo de mi amiga se convirtió en una sombra carmesí con dos cabezas.

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