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8. Luz del este

Esa pesadilla parecía real…
Desperté sobre el piso de mi habitación —lo cual es extraño dado que no acostumbro caer de la cama—, siento la dureza y lo frío de los mosaicos en mi mejilla y me quedo inmóvil un momento. El cuarto está iluminado con la luz de la mañana y observo las patas de algunos de los típicos muebles. Me doy la vuelta para mirar el techo y una delgada capa de polvo se levanta para hacerme toser, así que decido ponerme de pie. Observo la habitación: mi cama, el viejo escritorio y el resto de los muebles están cubiertos de polvo. Es como si nadie hubiese estado aquí desde hace meses, quizá años…
Sé que no es posible que esto esté pasando. Mi habitación se encontraba en orden anoche, antes de irme a dormir… ¿O no? Intento hacer memoria de lo ocurrido y es entonces cuando el terror me invade rápidamente para hacerme temblar: ¡Mi casa fue alcanzada durante el bombardeo…! ¡Todos estaban muertos!
Comienzo a jadear en busca de aire. No puedo respirar y tampoco puedo controlar el temblor de mi cuerpo. Me dejo caer sobre la cama y una nube de polvo llena la pequeña habitación. Quiero tranquilizarme pero me toma algo de tiempo. ¡Esto no puede ser posible…!
Con mucho esfuerzo logro mantener la calma al tiempo que muchos recuerdos e imágenes llegan a mi mente: el anuncio de La Guerra, el bombardeo a mi ciudad, la muerte de mi familia, la destrucción de mi país, la evacuación y…
Los verdugos…
Tania…
La bala en mi pecho y…
El monstruo que se comía mi cuerpo…
¡Pero era solo un sueño! ¡Era solo una pesadilla! ¡Acabo de despertar…!
No es posible. No tiene lógica… Pero si todo fue un sueño, ¿por qué mi habitación está cubierta de polvo? ¿En dónde están mis padres? Quiero creer que todo ha sido producto de mi desquiciada mente. Lucho por no llorar y controlar lo poco que me queda de juicio.
Todo eso fue tan real…
Salto de la cama y me dirijo a la puerta mientras grito llamando a mi madre. Sé que afuera de esta habitación me encontraré con mi familia y que se reirán de mí cuando les confiese que me he vuelto loca. Mamá estará preparando el desayuno, papá ya se encontrará sentado a la mesa y mis hermanos se estarán peleando por el juguete del cereal. Al girar el pomo y de un desesperado tirón abro la puerta solo para darme cuenta de que afuera de esta habitación no hay nada parecido a mi casa.